Dentición Proteroglifa

La palabra “proteroglifa” también tiene su origen en el griego antiguo. Está compuesta por “protero”, que significa “delante” o “en el frente”, y “glifos”, que se traduce como “muesca” o “surco”, es un tipo de dentición que poseen las serpientes de la familia Elapidae, grupo en el que se encuentran algunas de las serpientes más venenosas del mundo. Estas serpientes tienen colmillos en la parte frontal de su boca, fijos a los maxilares, y cuentan con un canal o conducto cerrado conectado a las glándulas de Duvernoy. Estos colmillos están diseñados para perforar la piel de sus presas y permitir que el veneno sea inyectado de manera efectiva.

Por lo general, el veneno de las serpientes proteroglifas es neurotóxico, lo que significa que afecta el sistema nervioso central de la presa. Esto puede causar parálisis muscular y daño en los órganos vitales. Además, su veneno contiene enzimas que comienzan una predigestión de la presa incluso antes de ser ingerida.

El veneno de estas serpientes es muy efectivo, y a diferencia de las serpientes aglifas que deben valerse de la constricción para retener a sus presas, las serpientes proteroglifas solo necesitan morder a su presa para que colapse en pocos segundos.

Algunos ejemplos de serpientes proteroglifas incluyen a las cobras y mambas africanas, así como a las serpientes marinas. En América, encontramos a las serpientes corales, representadas en Argentina por el género Micrurus.

Es importante destacar que las corales del género “Micrurus” son consideradas serpientes dóciles debido a su carácter atávico, es decir, solo atacan a presas que pueden ingerir. Sin embargo, es un error pensar que no pueden morder debido al tamaño de su boca, ya que pueden abrir su boca hasta 180 grados. Las corales son las serpientes más venenosas de América y, por lo tanto, pueden representar un peligro para los humanos. Se debe evitar el contacto o manipulación de estas serpientes para prevenir accidentes.