Esqueleto de las Serpientes

El esqueleto de las serpientes ha evolucionado para adaptarse a los distintos ambientes y a su historia natural. Como vertebrados, cumple una función anatómica principal al proteger los órganos y proporcionar las inserciones ligamentosas y musculares que permiten su locomoción. Este esqueleto varía de acuerdo con la especie y su estado evolutivo, así como su adaptación al medio. Por ejemplo, las serpientes hembras tienen un número de vértebras caudales menor al de los machos, ya que estos deben contener en ese espacio los sacos penenanos. En contraste, las serpientes arborícolas tienen un mayor número de vértebras caudales debido a su adaptación al ambiente y su necesidad de presión en las ramas, mientras que las serpientes cavícolas presentan un número muy disminuido de vértebras caudales.

El cráneo de las serpientes es especialmente notable debido a su condición diápsida, lo que significa que poseen dos fosas temporales o agujeros detrás de las órbitas oculares (una es superior y otra inferior). Sin embargo, presenta algunas modificaciones que le proporcionan una flexibilidad excepcional. Entre las características más asombrosas de la cabeza se encuentra su formación por varias piezas con articulaciones móviles, lo que se conoce como “cráneo cinético”. Además, las mandíbulas de las serpientes no son rígidas y carecen de sínfisis mandibular, lo que les permite estirarlas y engullir presas del doble de grosor que su cabeza. La familia Viperidae es especialmente evolucionada, presentando huesos cuadrados alargados y una forma triangular característica en la cabeza. Las serpientes cuentan con una dentición altamente evolucionada, presentando diferencias en familias como los Typhlopidae, Leptotyphlopidae y Anomalepididae.

El cráneo de las serpientes está compuesto por huesos que luego dan lugar al nombramiento de las placas y escamas que lo rodean. A diferencia de la mayoría de los vertebrados, las serpientes carecen de un hueso cigomático (hueso cigomático-escamoso), que forma parte de la órbita ocular en muchos animales, lo que les otorga una amplia apertura en el cráneo, facilitando la ingestión de grandes presas. Las serpientes también poseen huesos supranasales y nasales, formando la estructura ósea alrededor de las fosas nasales. A lo largo de la evolución, algunas especies de serpientes han perdido ciertos huesos presentes en otros reptiles, como las ventanas temporales (aberturas en el cráneo detrás de las órbitas oculares), debido a la adaptación a la falta de extremidades y su evolución.

Las vértebras, las serpientes tienen un gran número de ellas, hasta 400 vértebras precloacales o más en algunas especies. Cada vértebra tiene cinco articulaciones distintas con las vértebras adyacentes, proporcionando una columna vertebral altamente flexible. Los músculos del esqueleto axial, como los epiaxiales e hipoaxiales, se extienden a lo largo de las vértebras mediante un sistema entrelazado de cadenas musculares y tendones, lo que agrega flexibilidad a la serpiente. Las serpientes no tienen una región cervical diferenciada, aunque las dos primeras vértebras cervicales carecen de costillas. No hay esternón ni cartílagos costales, y cada pareja de costillas está unida mediante músculos a la superficie interior de las escamas ventrales. La cola de la serpiente depende del número de vértebras, su sexo dentro de la misma especie y el tipo de hábitat que frecuenta. Algunas serpientes, como las del género Hydrodynastes, Xenodom y Spilotes, achatan las primeras costillas de su cuerpo para formar una caperuza en su cuello cuando están en alerta, utilizando esto como un carácter intimidatorio.

En cuanto a los huesos vestigiales, solo algunas familias conservan esbozos de cintura pélvicas, como las boas (Boidae) y las pitones (Pythonidae), entre otras.

En resumen, el esqueleto de las serpientes es una maravilla de la adaptación evolutiva, permitiéndoles ser expertas en la caza y la supervivencia en diversos hábitats alrededor del mundo. Su cráneo altamente especializado y su columna vertebral altamente flexible son características únicas que han evolucionado a lo largo de millones de años para adaptarse a su estilo de vida sin extremidades y su habilidad para ingerir presas de gran tamaño.